¡La conclusión obvia del primer evento fue la increible apertura de cabeza de los Rosarinos! El deseo de conocer gente comprometida que compartiera las inquietudes de uno y la sed por ideas nuevas nos animó a intentar, por un lado, hacer resurgir al niño interior en cada asistente y, por otro lado, invitarlo a cuestionar los paradigmas y conceptos viejos que nos acompañan todos los días sin que nos demos cuenta. Por eso entregamos a todo el mundo un álbum de figuritas auto adhesivas de los oradores, esos héroes que venían a contarnos como pensaban cambiar el mundo, para que pudieran jugar intercambiándolas y descubrir a los casi 600 potenciales amigos que había presentes ese día en el Ros Tower. También decidimos que era hora de despedirnos de la lamparita, el icono de una nueva idea, que irónicamente había caído en desuso en el mundo real por ser obsoleta. ¡A veces damos por sentado muchos conceptos que parecen escritos en piedra, pero que en realidad son solo bloqueos que esconden un enorme mundo de posibilidades una vez superados por nuestra imaginación!